Por Pablo Sartor, profesor de Análisis de Decisiones del IEEM
En los últimos meses, se ha disparado en forma asombrosa el interés general por la Inteligencia Artificial. Para quienes trabajamos en el área de la informática, ciencia de datos y afines, no es del todo una sorpresa lo que logran las herramientas que se han puesto de moda. Aunque debo admitir que han roto todos mis pronósticos en cuanto al ritmo de avance.
Hace varios años que seguimos su evolución y vemos cómo gradualmente van ganando espacios en procesos de automatización, optimización y asistencia en general a las personas a cargo de tareas. ¿Cuáles son entonces las principales razones de esta explosión reciente de interés general? Por un lado, la ductilidad en el manejo del lenguaje. Las IA lograron manejar suficientemente bien el lenguaje como para que cualquier curioso pueda hacerles preguntas e interactuar sin requerir habilidades específicas. Hago la salvedad de que existe una “cuasi disciplina” (el prompting) que refiere a cómo redactar las preguntas para obtener máximo valor de la capacidad de la IA, pero esto no quita que, hablándoles sin ninguna sofisticación, uno pueda obtener respuestas suficientemente valiosas como para satisfacer al no lego.
Por otra parte, —y a mi juicio lo más disruptivo— es la entrada en escena de IA de amplísimo contexto, por no decir universal. Hasta no hace mucho, teníamos IA sorprendentes, pero cuyo ámbito de acción estaba sumamente restringido. Capaces, por ejemplo, de ganarle a los mejores ajedrecistas o jugadores de póker, pero a las que no podríamos preguntar qué ropa conviene vestir para ir a un vernissage en el Soho o qué hacer el próximo viernes por la tarde en Milán si me atrae la paleontología. Toda esa información ya estaba disponible en la web, pero debíamos dar con ella a través de diversas búsquedas, acertando con los términos adecuados. Las IA objeto de esta nota están entrenadas a partir de todo el cuerpo universal de conocimiento, con lo cual pueden adaptarse muy fácilmente a cambios de contexto e integrar consecuencias a todo nivel en sus análisis. Y, para cerrar, también con la tarea de, finalmente, compilar toda la información encontrada en un resumen práctico para el uso —ya sea elaborar esa salida vespertina, o un borrador de non-disclosure agreement—.
Chat-GPT y sus secuaces producen texto y resúmenes a partir de las pautas que se le indican. He aquí la trilogía demoledora: a) nos comunicamos en nuestro lenguaje cotidiano; b) saben de todo; c) producen el texto con resúmenes y recomendaciones. Sumemos a esto la disponibilidad universal del servicio y preguntémonos ¿qué impacto tendrá esto en mi actividad profesional en los próximos 10 años?
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