Por Andrea Giménez, profesora y directora del MDES del IEEM
Partiendo de la premisa de que más dinero no se traduce necesariamente en mejoras en el sistema de salud, acercamos reflexiones sobre el sector de cara a la pospandemia con foco en las personas y en la gestión.
En salud no existe una relación directa entre inversión medida en puntos del PBI y calidad de los sistemas sanitarios. Un ejemplo es Estados Unidos, en donde se invirtieron más de 4000 millones de dólares en salud durante 2020 y, a pesar de ello, existe un 8 % de la población sin cobertura (26,1 millones de personas). Y se trata del país considerado como la primera economía del mundo en función de su PBI en el primer trimestre de 2021.
Esto nos lleva a pensar que no es condición necesaria el aumento del presupuesto para que haya mejoras en la salud, dado que un sistema que es ineficiente —por más dinero que se le inyecte— nunca obtendrá los resultados que tiene que tener en la salud de su población.
La situación de pandemia afectó a todos los actores del sector, a pequeños y grandes, a los de alcance nacional y a los de cobertura local. La realidad es apabullante y el sistema está concentrado en esta realidad, en la ampliación de los CTI, mantenimiento de camas, medicación, staff sanitario, vacunatorios, estrategias…
Pero hay un refrán que dice: “La vida no se trata de esperar a que la tormenta pase, sino de aprender a bailar bajo la lluvia”. Preparémonos para lo que se viene, para la situación pospandémica que vivirá el sistema sanitario. Estamos en el proceso de apertura de todo el sistema, en el reinicio…
En este escenario, hay dos temas para tener en cuenta. Por un lado, las acciones de prevención para evitar que el COVID-19 siga circulando en la comunidad y, por otro, las del cuidado de la salud propiamente dicha en las instituciones sanitarias una vez que esta está comprometida.
El mayor impacto: las personas
Entender el manejo de los determinantes de la salud (medio ambiente, aspectos biológicos, sistema sanitario y el comportamiento de la población) es fundamental a la hora de generar cambios en la salud de un país. El mayor determinante en la salud es el comportamiento humano, que representa casi el 50 % del impacto en la salud. Es más difícil hacer que una persona sedentaria haga ejercicio o que alguien con obesidad se alimente de forma adecuada, que cambiar la estructura del sistema sanitario.
Y esto en la pandemia se vio claramente. El virus COVID-19 se transmite de persona a persona. La prevención se realiza al reducir los contactos. Al inicio, la población se recluyó para cuidarse, y de esa forma se mantuvo limitada la trasmisión del virus. Por diferentes razones, esa reclusión o limitación de contacto se fue reduciendo y, en consecuencia, se produjo una mayor transmisión del virus.
Simples medidas (distanciamiento, tapaboca, lavado de manos) pueden evitar la infección más que todo el dinero que pueda colocarse en la generación de centros de cuidado intensivo. A esto se le suman las acciones sanitarias a través de la vacunación de la población. El acceso a las vacunas y el compromiso personal de vacunarse son también eventos que influyen en la hora de prevenir.
Por lo tanto, la eficiencia de las acciones del Estado en relación a la prevención depende de que la población las entienda, se adhiera a ellas y las comparta.
Cambios en la gestión sanitaria
La eficiencia se define como el mejor uso de los recursos al menor costo. Esto no significa que se recorten presupuestos, significa hacer lo que hay que hacer con la mayor calidad posible cuidando el dinero de todos. Es necesario que las instituciones sanitarias funcionen como empresas que ofrecen productos de servicio de alta calidad, centradas en los usuarios.
El negocio de las empresas sanitarias es la salud. Son negocios de servicios y el mejor servicio se relaciona directamente con la mayor carga de salud: a mayor salud, menor costo para el sistema.
La gestión de los procesos en las empresas evita el uso irracional de los recursos, así como permite la evaluación de los resultados, tanto de impacto sanitario como económicos.
¿Cuántas de nuestras empresas hoy cuentan con procesos estandarizados en todas sus áreas? Sin una estandarización de procesos, ¿cómo medir resultados?
Es imposible tomar decisiones eficientes sin tener números. Y, si bien hoy tenemos millones de números, ¿tenemos resúmenes que nos permitan evaluar el progreso de las políticas que emprendemos?, ¿podemos evaluar el impacto de los eventos sanitarios?, ¿podemos predecir el impacto de la reapertura del sistema sanitario intrapandemia o en la pospandemia en nuestras empresas?
Como primer paso, conozcamos nuestras empresas, las necesidades de nuestros asociados en todas sus áreas sanitarias y gestionemos la prevención.
Publicado en Café & Negocios, El Observador, 10 de julio de 2021. Foto de Ashkan Forouzani de Unsplash