Publicado el : 17 de Febrero de 2023
En : General
Por Pablo Sartor y Leonardo Veiga
Singapur tiene un PBI de USD 397 000 millones (2021), casi siete veces el PBI de Uruguay (USD 59 300 millones en 2021). Tiene una población de 5,5 millones versus los 3,5 millones de Uruguay, por lo que el PBI per cápita de Singapur es más de cuatro veces que el de Uruguay. Esto no siempre fue así. En 1960 el PBI per cápita de Uruguay era de USD 5474 y el de Singapur de USD 3503, el 64 % del de Uruguay.
¿Cuál es la causa de este éxito? Podemos procurar explicarlo estrictamente en base a las medidas adoptadas, pero ese enfoque sería incompleto y llevaría a una conclusión errónea. Un factor fundamental en el éxito de Singapur es una persona: Lee Kuan Yew. Se trata de un caso en que la importancia del liderazgo lleva a desestimar cualquier explicación determinista.
¿Cuáles son las características de su liderazgo que explican su excepcional desempeño?
Una visión inspiradora
Lee Kuan Yew expuso su visión de Singapur en una forma breve y clara, pero muy potente: Un oasis del primer mundo en una región del tercer mundo. La implementación de esa visión exigía definir planes de muy largo plazo. Los planes de desarrollo de Singapur contenían una serie de fases de varias décadas de duración cada una. En una primera fase se fomentó la radicación de empresas multinacionales que emplearan mano de obra no calificada. Una vez que se contó con mano de obra calificada el foco fue en sectores intensivos en conocimiento (farmacéuticas, servicios financieros, etc.). La tercera procura el desarrollo de las capacidades emprendedoras en su población.
El orden como requisito de partida para el progreso
Cuando Lee Kuan Yew llegó por primera vez a Londres como estudiante quedó impactado por los puestos de venta de diarios. No había ningún control, simplemente una pila de diarios y un lugar para que las personas dejaran el precio, nadie controlaba que efectivamente se pagara. Lee Kuan Yew comentaba que eso lo veía como reflejo de una sociedad realmente civilizada. A pesar de ello el sistema que diseñó no tenía base en la confianza de los estándares de conducta de los ciudadanos, sino de un conjunto muy estricto y duro de penalizaciones que ha resultado muy efectivo.
Pragmatismo
Las políticas económicas de Singapur siempre han caracterizado por una rápida reacción al cambio de circunstancias y un análisis crítico de los resultados. El cambiar una política que no ha tenido los frutos esperados es visto como un componente más de la excelencia en la gestión pública.
Creación de una identidad
La primera cuestión para Lee Kuan Yew fue desarrollar en la población el sentido de pertenencia. En 1960, se comenzó a construir viviendas subsidiadas. El propósito no era solo generar empleos. Lee Kuan Yew explicaba que cuando se le pide a alguien que arriesgue su vida para defender su país necesita algo tangible que proteger, su hogar. Las viviendas públicas se convirtieron en una norma en Singapur y hoy en día más del 85 % de la población vive en ellas.
Otro aspecto importante fue la integración, y Lee Kuan Yew estableció un régimen de integración forzada. El reparto de pisos de protección oficial se realiza con base en dichas cuotas, lo que lleva a que el porcentaje de chinos, hindúes y malayos en cada uno de ellos refleja la composición de la sociedad. Estas cuotas, asimismo, se aplican en la propia administración, en los negocios e incluso en algunas actividades de ocio.
El liderazgo de Lee Kuan Yew se desarrolló en un contexto histórico y geográfico específico. Las fórmulas empleadas no son replicables, pero eso no quiere decir que no existan aprendizajes. En primer lugar, un líder muestra un futuro ilusionante y transmite la confianza de que es alcanzable. La incrementalidad no invita al sacrificio y la utopía termina en la frustración y la desesperanza. Un futuro ilusionante se traduce luego en planes de largo plazo consistentes. En segundo lugar, la vida en sociedad implica equilibrios entre la libertad individual y los derechos de los demás. Todo líder debe definir su posición al respecto y sus decisiones deben ser coherentes con las definiciones adoptadas. En tercer lugar, todo líder comete errores, pero los grandes líderes los reconocen y aprenden de ellos. Por último, el liderar implica generar objetivos no solo comunes, sino también compartidos.
Versión reducida del artículo “Liderazgo con resultados” publicado en Hacer Empresa en la edición de diciembre 2022, n.o 122.