Por Joaquín Ramos
Para fines de 2021, las principales consultoras a nivel mundial pronosticaban que el metaverso supondría un mercado de ochocientos billones de dólares para 2024 y de cinco trillones para 2030. La mirada global apuntaba a Meta y Microsoft, los pioneros en esta nueva realidad potenciada por el ambient computing.
En el IEEM estudiamos el tema, le dedicamos muchas horas de análisis y, en junio de 2022, presentamos a los Antiguos Alumnos nuestra visión. En julio, además, convocamos el primer MetaServe para discutir sobre el metaverso y sus implicancias a nivel laboral, profesional y personal.
Un año después, ya la espuma ha bajado y podemos confirmar que se trató de una moda muy popular que no logró mantener la atención de usuarios y empresas. Algo similar a lo sucedido con los NFT, a los que Mark Ritson tildó de “el último imán para los idiotas del marketing”. Y, si vamos un poco más atrás, también vivimos el fenómeno de las impresoras 3D, que iban a llegar para poner en jaque a las cadenas de suministro y cambiar la gestión de stocks para siempre.
El peligro con estas modas, que por ahora incluye a la inteligencia artificial —veremos qué queda de todo esto—, es que suelen ser fuente de distracción para las empresas y las personas dentro de estas. Debemos tener cuidado en creer que algo novedoso, por el simple hecho de ser nuevo, es mejor o viene a suplir lo pasado. Más aún, debemos luchar para que no nos distraigan de lo que realmente vale, genera impacto y siempre está de moda: trabajar bien.
Hacerse cargo de una empresa, de una unidad, de un equipo, es mucho más que tener un título. Es saber que lo que les sucede a otras personas depende en gran medida de quien lidera. En el IEEM, formamos profesionales para que piensen distinto, anticipen consecuencias y sean capaces de hacer más y mejor. Anticipar consecuencias tiene mucho que ver con entender la naturaleza humana, con conocer a las personas que puedan verse afectadas por nuestras decisiones y prever sus reacciones. Porque si queremos que las cosas pasen y generar resultados —que es para lo que estamos—, debemos alinear a personas y equipos.
Y todo esto no tiene nada de técnico. Este trabajo difícilmente pueda ser reemplazado. Liderar a otros requiere el desarrollo de hábitos directivos que nos ayuden a convivir en el mundo de los grises, sabiendo que los problemas políticos no solo no tienen receta, sino que rara vez tienen solución. Solo resta entender que lo que nos queda es hacer arreglos continuamente, para que podamos avanzar hacia las metas, con la esperanza de que ningún arreglo genere un problema mayor mañana, en seis meses o en dos años.
Todo lo que hacemos en el IEEM se orienta a desarrollar estos hábitos directivos para trabajar bien. Cada persona que pasa nuestras aulas desarrolla los hábitos que necesita. Cada sesión es a medida del participante, pues lo que cada uno se lleva está directamente ligado a lo que le ha tocado vivir a nivel profesional y personal. Nosotros generamos un terreno muy fértil para que cada uno pueda transformar su experiencia en aprendizajes que mañana lo ayuden a decidir y actuar mejor.
Hoy damos un paso más y lanzamos la Experiencia Delta, un programa para que los participantes se lleven aprendizajes y, sobre todo, descubran sus debilidades como profesionales y directivos. Porque conocerse bien es el primer paso para desarrollarse y formarse como líderes.
Conocé la Experiencia Delta: DESCARGAR INFORMACIÓN