Por Valeria Fratocchi, profesora del IEEM, escuela de negocios de la UM
La identificación de niños y jóvenes con altas habilidades y superdotación es el primer paso para ayudar al desarrollo de una sociedad mejor. ¿Qué lugar ocupan las empresas en este tema?
“El talento se distribuye en forma pareja, pero las oportunidades no”. Con esta afirmación Leila Janah dejó clara la necesidad de que alguien se haga cargo de la detección de talento como una prioridad de la agenda educativa y con el compromiso de estimularlo y de empoderarlo hasta que ese talento logre vencer el determinismo de las pocas o muchas oportunidades que nos vienen dadas por el lugar en el que nacemos.
Sabemos que hay niños con potencialidades muy destacadas, que por una serie de razones pasan inadvertidas para padres y educadores. Al punto que solo una metodología de rastrillaje meticuloso de cada centro escolar nos permitirá identificar a los niños destacados que mañana podrán liderar grandes realizaciones.
¿Por qué insistir en el relevamiento inicial cuando ya sabemos que hay ratios internacionales que estiman la prevalencia de altas habilidades? Porque es a partir de esa detección que hasta los más escépticos, esos que necesitan “ver para creer”, quedan persuadidos de la existencia de estos casos y se unen a los esfuerzos necesarios para asegurarles oportunidades.
La importancia de dar atención a estos casos viene dada por el impacto positivo esperable a partir de sus habilidades. Pero la urgencia proviene de esa irritación casi visceral que provoca el desperdicio que significa dejar desatendida a esta población, cuantitativamente poco representativa, pero cualitativamente muy singular. Y el sinsentido de dejar extinguir un fuego vibrante de capacidades y entrega apasionada es aún más preocupante cuando se le suelta la mano a quienes no tienen acceso natural a oportunidades, ignorando el hecho de que la habilidad bien enfocada y disciplinada es el motor del crecimiento personal y del desarrollo de las sociedades.
Altas habilidades en Uruguay
La publicación del estudio realizado el año pasado sobre la prevalencia de escolares con altas habilidades intelectuales y superdotación intelectual reveló datos de gran valor.
Si bien la intención de este estudio es contar con evidencia para el diseño —a futuro— de una política educativa nacional que contemple los casos de altas habilidades, es al mismo tiempo un insumo informativo útil para las organizaciones que hoy tienen planes de responsabilidad social.
El estudio consistió en tomar una muestra de 698 alumnos de tercer año de educación primaria, de 61 escuelas públicas y 17 escuelas privadas de Montevideo, y, tras una evaluación, llegar a identificar los casos de altas habilidades y superdotación presentes en la muestra.
El resultado general obtenido está alineado con ese 10% que manejamos a partir de la investigación y las experiencias internacionales, conformado por 8,6% con altas habilidades y por 2,8% con superdotación.
Mientras que en las escuelas públicas se encontró una prevalencia de un 1,6% de superdotados, en las privadas este indicador sube a 5,7% y viene a decir que en contextos de menor poder adquisitivo efectivamente se encuentra presente el supertalento, aunque la incidencia es tres veces menor que en contextos de mejores ingresos familiares.
Este 1,6% de niños superdotados en escuelas públicas puede impactarnos como un porcentaje casi irrelevante, pero cuando consideramos que el 85% de nuestros niños se forman en la educación pública, el número final de niños en edad escolar con potencialidades excepcionales pasa a ser muy significativo, pues estamos hablando de unos 600 niños solo en tercer año. Pensemos que hay una cantidad similar en cada grado y si nos parecen pocos es porque no estamos pudiendo visualizar que los niños superdotados de una generación de la enseñanza pública ocupan casi medio Teatro Solís y que, tratándose justamente de personas excepcionales, sus realizaciones exceden largamente el quehacer del general de las personas…
¿Qué se puede hacer?
Saber que hay tantas personas con altas o muy altas habilidades entre quienes más necesitan soluciones para salir adelante en la vida nos confirma que cuentan con recursos intelectuales destacados, que eventualmente podrán aplicarse a la superación personal y el logro de una mejor calidad de vida para esas familias. Pero esto solo ocurrirá en la medida en que se logre capturar parte de valor creado por ese talento. Ese es el gran desafío. En este punto es donde el apoyo que reciban del sistema familiar y escolar vence al oráculo y la habilidad destacada que fue detectada en un screening pasa a ser la autora de una nueva narrativa de vida, una en la que se pueden desarrollar intereses, masterizar competencias, resolver preocupaciones existenciales y encontrar resultados y reconocimientos.
Pero no es tan fácil asegurar ese final feliz: entendamos que cuando una familia de bajos recursos recibe la noticia de que su hijo tiene altas habilidades, junto con el don le estamos agregando un problema, porque no saben cómo manejar la situación y, si se les indica, no tendrían acceso a muchas de los apoyos que requiere el acompañamiento de esos casos.
Llegado a este punto, tener un plan de acción con actividades y objetivos de desarrollo para los superdotados y sus familias es imprescindible si queremos rescatarlos de la frustración de no poder alcanzar su potencial, solo por falta de recursos para el tipo de apoyo que sus habilidades requieren y que el sistema no contempla.
Si este estudio se pudo realizar, otros más podrán complementarlo y entonces podremos tener un padrón con todos los niños con altas habilidades y superdotación del país. Mientras se encuentran soluciones a nivel de las políticas educativas, evaluemos a nivel de las empresas si no podemos enfocar parte de las acciones de Responsabilidad Social a este colectivo de niños y jóvenes con altas habilidades y superdotación que, por provenir de hogares con menos recursos, necesitan vencer circunstancias adversas y acceder a soluciones formativas distintas, que aumentarán enormemente las chances de que lleguen a ser protagonistas de grandes historias de superación personal en las que ellos y sus familias pueden acceder a una mejor calidad de vida. Es una apuesta segura.
Publicado en Café & Negocios, El Observador, 18 de marzo de 2020.