Apuntes de Luis Manuel Calleja, profesor del IESE y del IEEM
Liderar con incertidumbre no es noticia, se lidera con ella y con temas complejos, pero en circunstancias de particular excepción, sin antecedentes históricos en la empresa, se precisa criterio y decisión. Las cosas más que complejas e inciertas son contingentes, es decir, no se deben abordar con la iniciativa de un escribano, un sociólogo o un historiador, sino con la de un político que quiere «hacer el futuro». Por eso del líder se espera más rapidez que calidad en lo que hace, ya que de esa velocidad depende poder corregir a tiempo las desviaciones.
Tanto para hacer-hacer como para corregir incluso las propias decisiones se necesita tener prestigio, autoridad moral previa. Esto significa haber sido buen líder en épocas normales y tener una buena reputación profesional. Y, dentro de esa autoridad moral, está el hacerse responsable de todo lo que suceda, sin «escurrir el bulto» o «sacar el cuerpo», ni en las buenas ni en las malas.
Ser auténtico, creíble, confiable, exige talento y buena suerte, y todo ello se cifra en ser fiable. En otras palabras, que la probabilidad de decir A y que sea A sea 1 (P(A/A) = 1), y para ello ha de tener visión, ya que el futuro no es el que era. No alcanza con extrapolar el pasado sino ver el futuro en sí mismo. Y, además, ser qué y cómo se es: si eres antipático, no aparentes ser simpático, y si lo eres, no te hagas el duro o la dura. Luego, hay que prometer solo aquello seguro, es decir, hablar lo justo. Y, claro, no debes esperar a que te lo agradezcan. Liderar es servir y «vale quien sirve, sirve quien vale», no más.
Publicación original y artículo completo en Hacer Empresa, revista del IEEM
