Por Pablo Regent, profesor del IEEM
En ocasiones, la cercanía con una persona notable o justificadamente famosa hace que las personas no valoren a quien tienen al lado. Lo mismo pasa con las instituciones. Esto viene a cuenta de la noticia de hace un par de días, publicada por Financial Times, según la cual el IESE vuelve a colocarse en el top five de las mejores escuelas de negocios del mundo. Esta vez en cuarta posición, pero otras veces ha estado más arriba. Asimismo, muy poco tiempo atrás, Bloomberg Businessweek la ubicaba segunda en el ranking europeo. ¿A qué viene esto? A que en el IEEM a veces olvidamos que somos parte de esa institución líder mundial. La enorme cercanía que tenemos como escuela asociada, la interacción continua con los profesores de los campus de otras ciudades del mundo (Madrid, Barcelona, Múnich, Nueva York), la presencia sostenida desde hace más de veinte años en el desarrollo del campus San Pablo del IESE, a partir de lo cual varios profesores del IEEM somos parte del claustro permanente del IESE, son un montón de factores que, a veces, nos llevan a acostumbrarnos a algo tan extraordinario. Y es un error hacerlo. Porque ser parte de algo tan grande nos obliga a dar mucho a los que necesariamente están más lejos. Este fue el caso del lanzamiento del Open House del IEEM de esta semana, que estuvo basado en un desarrollo del IESE sobre el siempre elusivo concepto de liderazgo. A través de inteligencia artificial, el equipo de investigación del IESE realizó un ejercicio antropomórfico que derivó en una tipología de líderes fundada en rasgos de comportamiento de diferentes animales. El proyecto se denominó “It’s a jungle out there” y fue el que nos permitió acceder a un instrumento para que más de 300 personas uruguayas se cuestionaran con qué tipología de líder desearían trabajar.
La conclusión de la investigación que realizamos desde aquí fue muy interesante: el perfil de líder preferido por la muestra fue el del tipo Oso, muy vinculado a algunas características dominantes en la cultura uruguaya, según los modelos de Hofstede. Pero además de encontrar que el Oso, junto con el Camaleón y el Águila, fueron los tipos de líderes predominantes en las preferencias, pudimos reflexionar sobre los aspectos negativos de esos perfiles. Qué importante es comprender que “en lo bueno viene lo malo”. Hay demasiado machaque con el concepto de liderazgo como súper jefe, como perfil carismático y cargado de talentos. En realidad, los líderes positivos tienen todos esos talentos y muchos más. También los líderes nocivos los tienen. El asunto no es tanto el estilo concreto de Juan o María. Lo clave pasa por otro lado que en el IEEM forma parte de la base de nuestra misión llevada a la práctica, esa que dice: “Formar líderes responsables que a través de su trabajo…”. Hablamos de la capacidad de generar confianza en los subordinados, de estos hacia el líder, entre los miembros del equipo y, luego, como una externalidad positiva, en los múltiples ámbitos en los que las personas actúan, como la familia, el club, la política o lo que sea.
Construir confianza es la piedra de toque de un buen liderazgo. Todo lo demás es circunstancial; hoy valioso, pero mañana quizás no. Construir confianza es sentar las bases para que el conjunto de personas que trabajan en un equipo puedan ir hasta lugares que sin ella sería imposible. Para esto sirvió ser parte del IESE, para poder acceder rápidamente, y con eficacia, a una nueva forma de atraer la atención de las personas que desean hacer más y mejor con su trabajo, hacia cuestiones relevantes, pero que lamentablemente muchas veces se ven oscurecidas a su intelecto por demasiados clichés y mitos.
