Por Ignacio Munyo, Director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa del IEEM
Mucho se ha hecho en materia de reformas en nuestro país desde 2005. A pesar de ello, y más allá del esfuerzo y las intenciones de seguir avanzando, todavía nos queda una agenda pendiente que tenemos que encarar para apuntalar el desarrollo del país.
Estamos convencidos de que el proceso de ingreso como miembro pleno de la OCDE nos ayudaría a desatar los nudos que el país tiene en áreas críticas como educación, reforma del Estado e inserción internacional. Nosotros estamos convencidos, pero, ¿qué piensan los referentes al respecto? ¿Comparten la idea de que es una oportunidad única? ¿Qué les preocupa?
En el marco de un trabajo publicado por Pharos, junto con Carlos Loaiza, Martín Aguirre y Gabriel Rizzo, tuvimos la ocasión de reflexionar con referentes nacionales sobre el ingreso a la OCDE como oportunidad para avanzar con esta agenda pendiente que tiene el Uruguay.
A lo largo de varios meses del año pasado conversamos con políticos, empresarios, líderes sindicales y formadores de opinión. Así fue que pudimos tener la opinión de referentes políticos como Mónica Xavier, Alejandro Sánchez, Luis Lacalle Pou, Jorge Larrañaga, Pedro Bordaberry y Pablo Mieres. Pudimos también charlar con líderes sindicales como Marcelo Abdala, Fernando Pereira, Elbia Pereira y Richard Read; empresarios como Carlos Lecueder, Orlando Dovat, Marcos Guigou, Gabriel Rozman e Ignacio de Posadas. Fue posible, al mismo tiempo, contar con el punto de vista de formadores de opinión como Alfredo García, Ricardo Peirano, Nelson Fernández, Sonia Breccia, Hebert Gatto, Conrado Ramos, Marcel Vaillant, Aldo Lema y Jana Rodríguez Hertz. Les cuento a continuación.
Más allá de matices, todos tienen claro que la OCDE es un grupo de países avanzados que comparten elevados estándares de calidad en las políticas públicas y las estadísticas oficiales. Todos son conscientes de que un acercamiento a la OCDE implica mucho más que asumir restricciones en el sistema financiero. No existe un rechazo conceptual marcado al hecho de que, en un eventual proceso de ingreso, desde afuera nos vengan a decir qué reformas necesitamos para mejorar nuestras perspectivas de desarrollo.
Entre los políticos, resulta interesante comentar que Luis Lacalle Pou y Alejandro “Pacha” Sánchez comparten visiones muy similares en relación a los potenciales beneficios que el ingreso a la OCDE nos podría traer. Subir los estándares de calidad en materia de políticas públicas es el factor común en sus percepciones. Lacalle Pou también coincide con Mónica Xavier en la importancia del ingreso como miembro pleno para que el país se vuelva un destino más atractivo de las inversiones extranjeras.
Vale la pena decir que existe evidencia al respecto que muestra que los países que ingresan a la OCDE no solo se vuelven más atractivos para los inversores al mejorar su calificación de riesgo, sino que, en los hechos, reciben un influjo extra de ingresos de capitales del exterior.
Son varios los que comparten la preocupación por iniciar un camino de esta complejidad sin los consensos mínimos en el país. En palabras de Pablo Mieres: “El mayor riesgo que Uruguay enfrenta no es ingresar, sino iniciar un proceso que no pueda cumplir debido a los bloqueos políticos domésticos. Es necesario que exista un compromiso fuerte al inicio. Uruguay no puede nuevamente repetir episodios como el retiro de las negociaciones del TISA”.
Las respuestas también están bastante alineadas entre los formadores de opinión, más allá de las diferentes posiciones ideológicas. Nelson Fernández sintetizó con magistral claridad el tema de fondo: “Uruguay es un país de la B. Es una chance de subir a la A. El país necesita comprar ilusiones”. Cabe mencionar también que existe la preocupación de si realmente “estamos preparados para competir en esa liga”, tal como lo expresó Sonia Breccia.
Entre los líderes sindicales se reitera el desconocimiento de los potenciales beneficios para el país, lo que no implica que estén cerrados a informarse al respecto. En ese sentido, el mencionado trabajo de Pharos es un insumo muy pertinente y relevante. Tanto a Marcelo Abdala como a Fernando Pereira les preocupa que haya presiones que no coincidan con el interés nacional, en parte por las asimetrías existentes con los países de la OCDE. A Richard Read, por su parte, le preocupa más “no ir preparado o no saber lo que queremos”.
Entre los empresarios, si bien hay varios que no comparten la posición de que Uruguay tenga más para ganar que para perder si ingresa como miembro pleno de la OCDE -con un escepticismo incluso mayor que entre los líderes sindicales- se podría decir que, en general, están más bien indiferentes frente al asunto.
Fue muy enriquecedora la experiencia de habernos sentado alrededor de una mesa, dejar de lado asuntos coyunturales y reflexionar sobre un tema de fondo que puede determinar un avance esencial en el camino del desarrollo de nuestro país.
Es importante destacar que no encontramos un rechazo contundente a la estrategia de ingreso a la OCDE por parte de ninguno de los referentes contactados. Sin embargo, si bien el 80% piensa que tenemos más para ganar que para perder en el proceso, hay muchos intereses en juego que pueden hacer que la minoría termine por ejercer su poder de veto. Sobran ejemplos en nuestro país de políticas públicas que así terminan por naufragar.
En el fondo, tenemos que reconocer que como tenemos una agenda pendiente en áreas críticas para el desarrollo, el impulso externo de la OCDE nos vendría muy bien. Tenemos que ser conscientes de que para avanzar en esta agenda, ya sea a través del ingreso como miembro pleno de la OCDE, o por otro medio, se necesitan fuertes consensos. Esta ronda de consultas fue muy útil para tener claro por cuáles zonas de la cancha habría que jugar para ganar el partido, que pinta muy complejo. A pesar de esto, me quedé con la impresión de que no estamos tan lejos.