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La esperanza como incentivo


Publicado el : 28 de Diciembre de 2016

En : Prensa

Por Pablo Bartol, profesor del IEEM

La pobreza es una carencia como lo es la falta de salud o la falta de motivación en el trabajo.

Hay pobres que viven en medio de la pobreza pero hay otros que viven en medio de la abundancia. Estos son casos de pobreza endémica, de personas que teniendo a su alrededor la riqueza no saben cómo alcanzarla. Es lo que ha dado en llamarse exclusión social o marginación.

Durante muchos años se ha tratado el tema de la pobreza como una ausencia de recursos, como una falta de capital. Pero con las nuevas investigaciones llevadas a cabo, resulta que, por ejemplo, el microcrédito —instrumento más difundido de ayuda— solo es aceptado por el 25 % de los potenciales benefactores, y de los que lo aceptan, la inmensa mayoría solo lo pide para generar su propio trabajo de subsistencia, pero no va más allá, ni intenta generar un verdadero negocio.

Paralelamente, destacados investigadores, como Amartya Sen y Martha Nussbaum, desarrollaron un enfoque de la pobreza que, en lugar de tener una aproximación desde la carencia de recursos, la tiene desde una aproximación de carencia de “capacidades”.

Otros economistas, como Abhijit Banerjee y Esther Duflo, desarrollaron una nueva forma de estudio de las soluciones de pobreza a través de ensayos aleatorios de intervenciones puntuales. Estos estudios, llevados a cabo en los últimos diez años, acercaron a estos autores a las aproximaciones de Sen y Nussbaum, en cuanto a la conclusión de que se trata de una carencia de capacidades más que de una carencia de recursos. Sin embargo, en lugar de derivar hacia la conceptualización de derechos humanos, profundizaron en averiguar cuáles son esas capacidades básicas de las que carecen los pobres para salir de la pobreza por sus propios medios.

Luego de varios estudios, estos investigadores llegaron a la conclusión de que la falta de esperanza es la principal carencia en cuanto a capacidades. Han descubierto que por más de que se pongan a disposición de los marginados abundantes recursos materiales o, incluso, se les brinde educación para superar sus carencias, no aprovechan ni esos recursos ni esas nuevas capacidades intelectuales porque no tienen esperanza de salir por sus propios medios de la situación en la que se encuentran.

CÓMO SALIR DE LOS CÍRCULOS VICIOSOS
Duflo, en particular, plantea la esperanza como una capacidad en sí misma. Más específicamente, identifica la falta la esperanza como una poverty trap. Una trampa para salir de la pobreza¹ es una especie de círculo vicioso, en el cual el individuo se vuelve cada vez más pobre.

Banerjee y Duflo consideran que basta con una sensación de posibilidad y un poco de ayuda bien enfocada. Creen que las expectativas equivocadas, la falta de fe o esperanza pueden tener efectos catastróficos sobre los pobres.

Duflo se pregunta si la esperanza puede clasificarse como una capacidad fundamental en el marco de referencia de Sen, a la misma altura que la salud, la buena alimentación y la educación. Por ende, si la esperanza podría ser una vía de escape de la trampa de pobreza.

Para ilustrar esta posibilidad, cita el ejemplo de un programa implementado por Bandham, una de las principales instituciones dedicadas a las microfinanzas en India. El programa ofrecía a los beneficiarios un grupo de activos entre los cuales elegir (dos vacas, algunas cabras, una máquina de coser, entre otros). Más allá de los resultados inesperadamente exitosos del programa, es interesante que un porcentaje significativo (36 %) ni siquiera aceptó el activo gratuito por no sentirse capaz de cuidarlo. Es posible que para aquellos que sí participaron del programa, la esperanza y la sensación de que se les había dado una oportunidad los haya motivado para ser exitosos.

Desde la perspectiva de un individuo racional, se demuestra que la expectativa de un fracaso puede causar que un individuo decida disminuir sus esfuerzos, de modo que sus logros sean menores de lo que podrían haber sido². El miedo y la falta de esperanza pueden ser la causa de que una persona no se atreva a arriesgar, de modo que no aproveche todos sus talentos.

LAS ASPIRACIONES COMO INDICADOR DE ESPERANZA
Duflo cree que la esperanza, además de actuar como una capacidad potenciadora, es clave para el desarrollo de otras capacidades. En este sentido, la esperanza puede ser el motor para aumentar las aspiraciones. Un modelo exitoso puede cambiar las expectativas de lo que un alumno puede conseguir y, en consecuencia, afectar las propias aspiraciones de dicho alumno o las aspiraciones de sus padres. Este cambio en las aspiraciones puede tener como consecuencia un cambio en el comportamiento.

Las mayores aspiraciones son por tanto un buen indicador del desempeño futuro. A aquellos a los que les ha ido mejor tienen una experiencia más vasta de la relación entre diversos fines y medios para alcanzarlos. También porque tienen más experiencia acerca de la relación entre las aspiraciones y los resultados y están en mejor posición de explorar distintas posibilidades. Por otra parte, porque tienen muchas ocasiones de relacionar las oportunidades inmediatas y los bienes materiales con oportunidades más genéricas.

Aunque aquellos que no son pobres también expresan sus aspiraciones en términos de bienes concretos, poseen mayor habilidad para justificar de qué manera su elección de determinados bienes está ligada a contextos sociales más amplios y a normas y creencias abstractas. Los miembros menos privilegiados de la sociedad, al haber tenido menos oportunidades y porque sus situaciones les permiten arriesgar menos y así tener menos experiencias para figurarse distintas posibilidades de futuro, tienen un horizonte de aspiraciones más frágil. Lo anterior no implica que los pobres no puedan tener aspiraciones, ni deseos, necesidades o planes, pero, como consecuencia de su pobreza, se les presentan menos ocasiones en que pueden aspirar, desear, necesitar o planificar.

¹ Mazumdar (1959); Ray (1998); Banerjee, A. y Duflo, E. (2011) explican en detalle la trampa de la pobreza.

² Duflo, E., (2012 A).

Publicado en Café & Negocios, El Observador, 28 de diciembre de 2016. Caricatura: Salvatore


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