Por Margara Ferber, profesora del IEEM
“Inspirar a los demás es la habilidad más importante para que un líder tenga éxito”, afirma la consultora Zenger Folkman, con base en una encuesta de más de un millón seiscientas mil personas.
Partiendo del entendido de que un líder gestiona bien y cuenta con los conocimientos técnicos y del negocio… ¿qué tiene que tener para ser inspirador?
Luego de leer varios artículos y reflexionar al respecto, concluyo que, para inspirar, un líder tiene que tener al menos tres atributos: claridad, comunicación y crecimiento.
Claridad
Hay que mirarse en el espejo. ¿Qué valores rigen mi vida? ¿Hay una coherencia entre lo que creo, lo que digo y lo que hago? ¿Estoy en armonía conmigo mismo? ¿En qué comportamientos tengo que trabajar? Todos tenemos aspectos de la personalidad o del modo de hacer las cosas que nos alejan de los demás o generan malestar. O tenemos la tendencia a achancharnos y nos dejamos morir en la zona de confort, una gloria del pasado que no supo acompañar los tiempos. La clave está en detenernos para reflexionar y descubrir dónde están los talones de Aquiles. En escuchar activamente a los demás, con humildad y apertura mental, para descubrir qué competencia tenemos que desarrollar o potenciar. Qué comportamiento tenemos que cambiar o erradicar.
Álvaro González Alorda afirma que ser inspirador no significa tener una vida perfecta, sino una vida esforzada en estar a la altura de los propios valores. Y que no hay nada que inspire más que luchar por ser mejor. La buena noticia sería que solo comenzar este camino ya nos hace más inspiradores.
También se requiere claridad en el norte, en el para qué hacemos lo que hacemos. En esta situación, importa más el qué que el cómo, pues también inspira que los caminos para llegar los busquemos en equipo, trabajando colaborativamente. El líder camina un paso adelante, pero en algunos momentos puede que otro descubra un atajo mejor por dónde avanzar y tiene que tener la humildad de darle la derecha. Puede pasar también que en algunos momentos deba dar marcha atrás. Desandar e intentar otro sendero.
Comunicación
Con claridad, y en coherencia con nuestros valores, gran parte del camino está hecho. Nuestras acciones son las mayores responsables de los resultados que obtenemos, pero necesitamos desarrollar nuestra forma de comunicarnos para ser verdaderamente inspiradores.
La comunicación incluye lo que se dice —aquí el cómo pesa tanto como el qué— y lo que se calla, que suele resultar lo más difícil. En la consecución de un objetivo, Zenger y Folkman lo llaman dirigir por push (empujar), en lugar de por pull (impulsar). Esto es saber cómo describir la tarea y explicar por qué es importante. Es aprender a hacer preguntas abiertas que impulsen al otro. Es dar la opción de tomar o rechazar el objetivo, y que sea la energía y el entusiasmo que manifestamos como líderes lo que motive al otro a aceptarlo y a hacerse responsable.
Hay momentos en que hay que hacer pull, empujar al equipo dándole las instrucciones. Esto es lo más sencillo y explica los datos que arroja la encuesta: un 76 % de los líderes dominan esta competencia frente a un 22 % que inspira y apenas un 2 % que maneja ambas competencias por igual.
Crecimiento
Se trata de crecer uno, personal y profesionalmente, y también de propiciar el crecimiento de los colaboradores. Siempre se puede ser y hacer mejor en todos los ámbitos de la vida; la armonía es importante dentro de nosotros mismos y en cómo conjugamos los distintos roles.
Hace unos años, le preguntaron a Toni Nadal cómo se hacía para mejorar el servicio del mejor jugador del mundo, su sobrino Rafa. La respuesta fue que primero había que ver el problema (claridad) y después tener la motivación no solamente para ganar, sino para mejorar constantemente. La humildad es la base.
Hay líderes que sienten que ya llegaron a la meta y que no tienen más que aprender. Son personas que no hacen sombra: nadie crece a su lado. Desde la altura de sus éxitos dan órdenes y se molestan porque todo lo tienen que repetir varias veces y ni siquiera así obtienen los resultados deseados. Hay otros que, por el contrario, son conscientes de que siempre hay un espacio de mejora. Tienen la humildad de reconocer que no se las saben todas y de generar los ámbitos para que otros alcancen su potencial.
Según la encuesta, un líder que inspira crea nuevas actitudes y emociones en otros, como mayor confianza, optimismo, iniciativa, entusiasmo, responsabilidad y resiliencia. Así logra un 90 % de engagement, frente al 9 % habitual, y un descenso en el deseo de renunciar del 48 al 13 %. Un 67 % de las personas está dispuesto a dar la milla extra con un líder inspirador y suele ser cuatro veces más ágil para trabajar que el resto.
Lograr más claridad, mejorar la comunicación y potenciar el crecimiento (personal y de otros) son comportamientos adquiribles que llevan tiempo y esfuerzo. Requieren crecer en autoconocimiento, trabajar la humildad y animarse a cambiar. Afortunadamente, hay herramientas de la disciplina del coaching —como el Programa Líder Coach del IEEM— que facilitan y acompañan en este proceso, pero lo primero es adquirir conciencia del desafío. Estos comportamientos son más fáciles de descubrir como necesarios cuando se alcanza una cierta madurez personal y profesional. Cuando ya se pasó por la adrenalina de la subida, cuando los éxitos a corto plazo ya no nos deslumbran y nos preguntamos qué más hay. Cuando nos damos cuenta de que es más valioso dejar a otros una huella profunda por quienes somos, más que por lo que hacemos. Cuando descubrimos el incalculable valor del servicio.
Si te interesa este tema, conocé más acerca del Programa Líder Coach