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Entrenando líderes | #LifelongLearning


Publicado el : 25 de Noviembre de 2022

En : General

Por Patricia Otero, profesora del IEEM

¿Qué es lo que hace que un directivo tome mejores decisiones? ¿Es la repetición solamente? ¿Son los años? Y finalmente, ¿se puede enseñar a dirigir? ¿Hay un método para esto?

En el IEEM, desde hace 30 años, ayudamos a formar directivos con vocación de servicio que, con su trabajo bien hecho, contribuyan al desarrollo integral de la sociedad. En cada instancia que tengo con directivos hago la misma pregunta, ¿qué es ser buen jefe? Las respuestas cada vez más apuntan a: inspirar, empatizar, ser justo, ser coherente, generar confianza, delegar adecuadamente. Todas estas habilidades, ¿cómo pueden enseñarse? Me gusta hacer una analogía con los deportes, ¿cómo se aprende a nadar? La respuesta en este caso es bastante obvia, podemos leer miles de libros al respecto, pero, hasta que no nos tiramos a la piscina, no aprenderemos a nadar. Algo similar ocurre con dirigir, podemos leer muchos libros de management, pero, si no llevamos esto a la práctica, de poco nos servirá.

Entonces, ¿cómo hacer para ayudar en este ejercicio del liderazgo?

El método que a nosotros nos resulta más adecuado para recorrer este camino es el Método del Caso.

Este método pone a los participantes en los pies del protagonista, que deberá resolver en la mayoría de las sesiones un problema concreto, deberá pensar alternativas y evaluarlas de acuerdo con los criterios que sean relevantes. De esta forma, sufriendo cada decisión como propia es que esa experiencia se transforma en aprendizaje que mañana podrá ayudarlos a decidir mejor. La experiencia no es que les hayan pasado cosas, es la reflexión que los lleva a indagar por qué les pasó aquello que les tocó vivir. Allí está la riqueza del método.

En cualquier programa del IEEM, el entrenamiento en la toma de decisiones es semanal, ya que, como cualquier habilidad que quiera adquirirse, la constancia es vital. Procuramos trabajar en los hábitos de las personas, y cualquier hábito exige repetición. El otro condimento es la necesaria cuota de tensión que debemos generar para que esa toma de decisiones sea lo más parecida a la vida real, ya que nunca estamos exentos de presiones, falta de tiempo, de datos... Es por eso que precisamos trabajar en ese ambiente estresante y ayudar a los participantes, sobre todo, a desarrollar su propio juicio, a ser un poco escépticos, para que puedan llegar ellos mismos a sus respuestas. Diría que este punto es vital, precisamos desarrollar a las personas en esa habilidad, la de cuestionar lo que escuchan, la de “no creer nada” a priori, si no que procuren encontrar sus propias respuestas. A su vez, que desarrollen un espíritu inconformista, que crean que las cosas siempre se pueden hacer de una mejor manera.

En palabra de Carlos Llano: “El perfeccionamiento de la dirección de empresa es la experiencia, no la enseñanza y hay dos requisitos para que se pueda llevar a cabo este perfeccionamiento: la apertura de mente y la firmeza de criterio”. Apertura de mente es “tener la capacidad de observar a nuestro alrededor la actuación y el pensamiento del otro”. Es tener la disposición para cambiar nuestras ideas. Firmeza de criterio es la capacidad de seguir haciendo A cuando todos hacen B, no por capricho o tozudez, si no por un análisis consistente. Carece de firmeza de criterio quien es impresionable, el que piensa que toda cosa nueva, por ser nueva, es mejor que lo que antes sabía.

Apertura de mente y firmeza de juicio conducen a la experiencia y no a la rutina. Ambas cualidades pueden adquirirse y mejorarse a través del Método del Caso, en el que una y otra vez se ejercitan la inteligencia y la voluntad, permitiendo que surjan nuevas ideas prácticas para el empresario.

¿Por qué es tan importante entrenar esta forma de analizar la realidad? Porque quien dirige debe tomar decisiones que no tienen leyes generales, que no vienen con instrucciones, por eso es que la presión y el tener que atacar distintos problemas cada semana colaboran en este sentido. El aprendizaje sucede, justamente, porque recreamos las condiciones que se dan en la vida real y es esa incomodidad la que genera, como resultado, una capacidad mucho mayor de hacer más y mejor.

Quien pasó por este entrenamiento tiene claro que no importan las dificultades que se le presenten, ya se ha probado a sí mismo que tiene algo clave: la capacidad de enfrentar y crear nuevas oportunidades, buscando dejar huella para los que vendrán.

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