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El peligroso doble discurso del bienestar


Publicado el : 20 de Marzo de 2025

En : General

Por Patricia Otero, profesora del IEEM

 

En los últimos años, el bienestar ha ganado una relevancia significativa en la agenda de los directivos, mucho más que hace 10 o 20 años. Este cambio refleja que las empresas, al final, están formadas por personas y no es posible ignorar el aspecto humano. Ignorar el bienestar de los empleados sería una contradicción para cualquier organización que aspire a ser genuinamente exitosa y sostenible.

Con esta premisa, muchas organizaciones han comenzado a trabajar más en su marca empleadora, creando paquetes de beneficios que van más allá de los típicos incentivos materiales. Sin embargo, no siempre todo lo que se ofrece cumple con las expectativas.

En febrero de 2022, El Observador publicó una nota titulada “De peluquería a tratamientos de fertilidad: los peculiares beneficios de las empresas de IT”. Confieso que guardé ese artículo porque algunos de los llamados “beneficios” me parecen, por decirlo de manera suave, cuestionables.

En este contexto, surge el concepto de wellbeing washing, similar al green washing. Pero ¿qué significa realmente?

El wellbeing washing describe la situación en la que las empresas, en lugar de implementar soluciones efectivas y sostenibles para el bienestar de los empleados, se limitan a crear la apariencia de que están haciendo un esfuerzo genuino. Este fenómeno ha crecido a medida que el bienestar se ha convertido en una prioridad, y las empresas, a menudo, recurren a soluciones superficiales como programas de salud o marketing corporativo vacío. En lugar de atacar las causas profundas de estrés, agotamiento y descontento laboral, se ofrecen beneficios cosméticos que no tienen un impacto duradero.

Recuerdo cuando trabajaba en una empresa, donde, tras varios días de trabajo hasta la madrugada para cumplir con los plazos, me regalaron unos masajes en las piernas. ¿Eso es cuidar a los empleados? En ese momento, lo percibí casi como una burla. Los masajes pueden ser un lindo gesto, pero no compensaban de ninguna manera las jornadas de estrés y agotamiento vividas. Además de que estas jornadas no habían sido eventos aislados, era algo recurrente.

 

Programas de bienestar ineficaces

Muchos empleadores caen en esta trampa, implementando programas genéricos que parecen más diseñados para mejorar la imagen corporativa que para mejorar realmente el bienestar de los empleados. Ofrecer membresías en gimnasios, sesiones de yoga o talleres de mindfulness, sin un seguimiento adecuado o sin abordar las condiciones laborales subyacentes que contribuyen al estrés, no resuelve nada.

En 2019, Charlotte Lieberman publicó un artículo en Harvard Business Review que abordaba este punto. Ella señalaba que estos programas, tal como se implementan, no son efectivos para aliviar el estrés laboral crónico ni para mejorar el bienestar general de los empleados. Son iniciativas aisladas que no cuentan con el respaldo de un cambio real en las condiciones laborales y, además, suelen ser programas demasiado generalizados, que no se adaptan a las necesidades específicas de cada empleado. Me gusta pensar que el bienestar debería ser algo más tailor made que una solución estándar, como una prenda de ropa one size fits all.

 

Desconexión entre lo prometido y lo experimentado

Una de las críticas más comunes al wellbeing washing es la desconexión entre lo que las empresas prometen y lo que los empleados realmente experimentan. Los programas de bienestar que no abordan las causas estructurales del malestar se perciben como soluciones superficiales. Esto genera desconfianza entre los empleados, quienes pueden ver estas iniciativas como un simple lavado de imagen, sin un compromiso genuino por parte de la empresa.

Cuando los empleados no ven un impacto tangible en su bienestar, tienden a desvalorizar estas iniciativas. Esto reduce el compromiso, la moral y la confianza en la empresa, lo que a su vez lleva a un agotamiento emocional que afecta negativamente la productividad y la satisfacción general.

 

¿Cómo evitar caer en la trampa del wellbeing washing?

Para evitar esto, las empresas deben comprometerse a implementar programas auténticos y efectivos. Es esencial que las iniciativas de bienestar no sean parches superficiales, sino parte de una estrategia integral que aborde las necesidades reales de los empleados.

Las empresas deben escuchar las preocupaciones de sus empleados. El bienestar debe ser personalizado y las soluciones adaptadas a las necesidades de la fuerza laboral. Esto podría incluir ajustar la carga de trabajo, ofrecer mayor flexibilidad o mejorar la cultura organizacional para reducir el estrés y fomentar un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal.

También es crucial que las empresas evalúen la efectividad de los programas de bienestar. Esto implica monitorear el impacto de estas iniciativas y hacer ajustes según sea necesario.

No se trata solo de ofrecer beneficios aislados, sino de crear un entorno laboral que apoye el bienestar de manera sostenible. Las empresas comprometidas con el bienestar de sus empleados deben mejorar la cultura laboral, promover un liderazgo empático y apoyar el desarrollo tanto personal como profesional de sus colaboradores.

 

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